Por Walter Barboza
Este modesto observador ha leído
en reiteradas oportunidades, que algunos “foristas” de internet
suelen apelar al calificativo de “negro de mierda o negro
mugriento” cuando quieren referirse despectivamente a un adversario
político, rival deportivo, vecino de un barrio periférico o a la
gente que integra algún tipo de concentración callejera. El
concepto, conlleva una carga peyorativa cuyo origen suelen atribuir a
lo malo, a lo feo, a lo turbio, cuando no a lo desviado, a lo
irregular, a lo depravado o a cualquier característica que lleve
consigo el estigma de lo negativo.
Cuando a estos foristas se los
interroga acerca de su utilización como categoría para marcar lo
diferente, lo distinto, argumentan razonamientos del tipo: “son
negros de alma, cabecitas negras de alma, de cultura de estupidez, NO
TIENE NADA QUE VER LA PIEL”. O explicaciones de este tenor: “Es
porque tienen el cerebro negro… ¡pobre gente!”.
Como se podrá apreciar, nunca
la traducción de ese concepto es clara y los justificativos terminan
por basarse en los usos y costumbres del término: “es que la gente
siempre se refiere a la gente desagradable de esa forma. No es porque
sean negros de piel, sino negros por dentro”, arguyen de forma
lábil.
Sin embargo, no es del todo
claro este tipo prácticas, fundamentalmente porque “los negros”,
junto a otras etnias, han sido la porción de la humanidad más
maltratada en la historia universal. La esclavitud, y sus grandes
matanzas, es su expresión más clara y precisa. Salvo que los que
utilizan este tipo de enunciados -cuestión que pongo en duda-
consideren positivamente el hecho de que “los negros” hayan sido
víctimas de semejantes atrocidades.
Pero aquí, en la Argentina del
siglo XXI, importantes segmentos de la población lo utilizan a
diario para descalificar al otro, al que consideran ajeno, extraño
o, simplemente, diferente.
De momento la expresión “negro
de mierda”, ante la falta de explicaciones razonables por parte de
quienes lo utilizan como un enunciado, viene a confirmar aquello que
Foucault sostenía en “La arqueología del saber”: “…no se
puede hablar en cualquier época de cualquier cosa. No es fácil
decir algo nuevo…” Quizás porque cuando se intenta rastrear el
origen del “objeto de un discurso, se intenta fijar el comienzo de
las relaciones que caracterizan una práctica discursiva”, ello
muchas veces conduce al fracaso del que lo usa e implementa en sus
prácticas.
Ahora bien, ¿según qué reglas
fue construido un enunciado del tipo “negro de mierda” y según
qué reglas podrán construirse otros similares? El común de la
gente lo usa, el común de la gente no lo sabe.
Interrogarnos, fundamentalmente
sobre el uso de nuestra propia palabra, es una de las maneras más
fabulosas que tiene el pensamiento para avanzar en la búsqueda de
nuevos conocimientos o definiciones. En ocasiones, como consideraba
P. Bourdieu, usamos un discurso prestado, que no nos pertenece, o que
quizás pertenece a una clase social que no integramos. Una cuestión
de códigos lingüísticos, o tal vez un ejercicio de articular “las
palabras y las cosas (Foucault)”. La relación
significante-significado.
Quedémonos con la siguiente
idea: el análisis del pensamiento es siempre alegórico en relación
con el discurso que utiliza. No vaya a ser cosa que asumamos un
complejo de inferioridad que no nos pertenece, que es heredado.
3 Comentarios
putos racistas de mierda
ResponderEliminarok
EliminarMi explicación sería que lo oscuro representa a la maldad, es contraposición de la luz. Asumimos que lo bueno es la luz y lo malo la oscuridad. De ahi que me permito decir negro de mierda y ante un planteo del tipo ahhh discriminas le doy esta explicación. Al que lo entienda bien y al que no "se lo puedo explicar 5 veces" y si así no lo entiende y bueno es un negro pelotudo o un oscuro de mierda jaaa
ResponderEliminar