Por Walter Barboza
Fue
el inicio de unas relaciones sociales alejadas del fanatismo religioso, lo que
contribuyó a la prosperidad de la filosofía en el seno de la sociedad española.
Allí, en el siglo XII d.c., judíos y musulmanes convivieron e intercambiaron
conocimiento a partir de las traducciones que los descendientes de estos
pueblos hicieron de las principales obras de la cultura. Por caso Maimónides
(Moshe Ben Maimón)[1]
y Averroes (Abul Gualid Muḥammad Ibn Aḥmad
Ibn Muḥammad Ibn Rushd)[2] son los ejemplos más
claros de ese proceso. El primero,
siendo su religión el judaísmo, manifestándose como discípulo y difusor del
pensamiento del segundo.
De
hecho en el prólogo de su obra la Guía de
los perplejos, Maimónides da cuenta de su admiración por la filosofía de
Averroes. Cuestión que revela, además, en una misiva a uno de sus discípulos,
Abul Yussuf, al decir que había recibido todos los escritos de Averroes
comentando a Aristóteles y que le parecía “muy correctos”; incluso, el filósofo
musulmán, se convirtió en una herramienta para la comprensión del judaísmo y de
los textos de la Torah[3].
Córdoba,
Andalucía, se transformó entonces en un centro de interés económico[4] e intelectual, marcado
fuertemente por ambos pensadores, los que además de su predisposición para la
especulación filosófica y religiosa, tuvieron el tiempo suficiente para ganar
fama como médicos.
Maimónides
ordenó la ley hebrea y luego, inspirado en Averroes, contribuyó a que los
españoles de origen judío pudieran conocer las obras de la filosofía griega y
sintetizar la experiencia de la razón y de la fe. En tanto Averroes fue un destacado
jurista, a tal punto que algunas de sus resoluciones conformaron la
jurisprudencia a la cual los musulmanes andaluces apelaban para resolver sus
controversias filosófico-religiosas[5]. Así lo hizo, desde el
punto de vista filosófico, por medio de
su obra Tahafut- ul- Tahafut (Destrucción
de la Destrucción), en la que debate fuertemente con su contemporáneo persa Al-
Ghazalí, al responderle a su obra Tahafut-ul-Falasifa
(Destrucción de la Filosofía) con el argumento de que se puede acceder a la
verdad a través de la fe, pero también de la filosofía[6]. Y en ese sentido Maimónides
sostendrá frente al teólogo persa que "todo lo que ha dicho Aristóteles
sobre lo que existe debajo de la esfera de la luna hasta el centro de la tierra
es sin la menor duda verdadero; y nadie puede discrepar de ello, salvo quien no
lo comprende (...). Pero, a partir de la esfera de la luna y por encima de
ella, todo lo dicho por Aristóteles no parece pasar de ser, poco más o menos,
simples conjeturas"[7]. Maimónides no invalidaba
las especulaciones en torno al mundo celeste, aunque aclaraba que estaba
dispuesto a escuchar cualquier argumento y demostración que dieran cuenta de
esas especulaciones[8].
En
un contexto en el que el hombre medieval no ha saltado el cerco que la fe
religiosa fija respecto de la cosmovisión del mundo, para constituirse en una
verdadera centralidad, en los
términos que el humanismo lo
entiende, Averroes se anima a distinguir entre saber científico, filosófico y
teológico y pensar la existencia de una sabiduría independiente y una sociedad
enteramente civil; una decisión que le valió el riesgo de que lo acusaran de
ateo y blasfemo[9].
Aristotélico, en el pensamiento de Averroes
prevaleció el método demostrativo o Analítico, el razonamiento dialéctico o Tópico, la argumentación oratoria o Retórica
y las categorías lógicas propias del Organon[10].
En
su búsqueda de la perfección humana, Maimónides luchará contra la ignorancia a la
que responsabiliza de las privaciones de las cuales son víctimas los hombres y
avanzará sobre la idea de la búsqueda de la perfección a partir de la
adquisición de las virtudes intelectuales, a las que considera el fin último
del hombre[11].
El filósofo y médico de origen judío, también recibirá fuertes críticas de la
ortodoxia religiosa. Mientras los judíos más tradicionalistas creían en una
interpretación literal de los textos sagrados, Maimónides se preocupaba por
aquellos creyentes que ponían en duda su fe religiosa a partir de la influencia
de la filosofía aristotélica. Para ello era necesario realizar una exégesis de
las sagradas escrituras, por medio de
una interpretación alegórica en la que su lectura pudiera quedar justificada y
dar cuenta a través de la razón de la existencia de un único Dios[12].
Ahora
bien, es de notar que ambos pensadores corresponden al período de la historia
conocido por la historiografía tradicional como Edad Media, una etapa que ha
sido caracterizada por el imaginario europeo como una época signada por el
oscurantismo, la pobreza, la ignorancia y la servidumbre; quizás como resultado del fin del imperio
romano y del inicio de una etapa en la que la prevalencia de los pueblos
bárbaros en la conformación de los primeros feudos, dio por tierra con toda la cultura grecorromana y echó al olvido la
herencia filosófica y científica clásica[13].
Sin
embargo la alta edad media, fue una
etapa de una producción intelectual, filosófica y científica que distó mucho de
ser lo que comúnmente enseñan y describen los manuales de historia: Averroes y
Maimónides son dos exponentes claros y al-Andalús,
la tierra que los cobijó, el ámbito en el que brilló en grado sumo esa
experiencia. Musulmanes, judíos y cristianos convivieron recíprocamente y los descendientes
de árabes, a través de su lengua, hegemonizaron buena parte de ese proceso. Tan
es así que, equivocadamente, suele hablarse de la filosofía árabe en alusión a
la lengua en la que se filosofaba y no al origen étnico o religioso[14].
El
derrotero de ambos pensadores, hoy reconocidos por la literatura filosófica y
científica, o acaso por los monumentos emplazados en los espacios públicos de
Córdoba, fue el del refrán que reza: “nadie es profeta en su tierra”. Será
porque tanto Averroes, como Maimónides, murieron -obligados por el exilio- en distintas ciudades a la ciudad en la que
habían nacido: Averroes en Marrakech (Marruecos) y Maimónides en El Cairo[15]. El primero, había sido
expulsado luego del el triunfo del ejército almohades
contra los cristianos y por pedido de
los alfaquíes y ulemas, sabios de la ley mahometana que denunciaron a Averroes por
su revisión del Corán[16]. El segundo, también
víctima de los almohades, por negarse
a la conversión al islam[17]. Musulmanes no ortodoxos
y judíos, debieron dejar Córdoba en el marco del imperio de una ley coránica mucho
más dura y reaccionaria. Lejos de su tierra natal, nunca dejaron de producir
pensamiento y dedicares a la medicina para atender a los convalecientes y
enfermos. Por fortuna la narrativa histórica, y la memoria colectiva, los ha
sacado del pasado para arrojarlos al presente en su verdadera dimensión filosófica,
política y cultural.
[1] La cita sobre el el verdadero
nombre de Maimónides corresponde a la enciclopedia Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Maim%C3%B3nides
[2] Jorge Luis Borges, La busca de Averroes, El Aleph, pag.
137, Emecé Editores, edición Nº 71, Bs.As., Argentina, año 2005.
[3]
Ahmed Chahlane, Averroes,
Maimónides y la crisis en la comunidad judía medieval, en Anales del
seminario de Historia de la Filosofía, Vol. 22, Ponencia año 2005, pag. 113.
[5] Eduardo Galeano, Maimónides y Averroes, Espejos, una
historia casi universal, pag. 111, Siglo XXI editores, Bs.As. Argentina, año
2008.
[6] Jorge Luis Borges, La busca de Averroes, El Aleph, pag.
137, Emecé Editores, edición Nº 71, Bs.As., Argentina, año 2005.
[7] Amadour-Mahtar M´Bow, Maimónides el Iluminador, Averroes y
Maimónides, dos grandes espíritus del siglo XII, en El Correo, pag. 4, publicación de UNESCO, septiembre de 1986: http://unesdoc.unesco.org/images/0007/000704/070484so.pdf
[8] Ídem, cita anterior.
[9] Miguel Cruz Hernández, Averroes y Maimónides, filósofos de
al-Andalus, en El Correo, pag. 9,
publicación de UNESCO, septiembre de 1986: http://unesdoc.unesco.org/images/0007/000704/070484so.pdf
[10] Mohammed Arkoun, Dos mediadores del pensamiento medieval,
Averroes y Maimónides, dos grandes espíritus del siglo XII, en El Correo, pag. 17, publicación de
UNESCO, septiembre de 1986: http://unesdoc.unesco.org/images/0007/000704/070484so.pdf
[12] José Guillermo Rendo, Maimónides, pequeña historia de un hombre
dedicado a la salud legal, física y espiritual de los hombres, en
Cuestiones teológicas, Vol. 37, N° 88, pag. 481, año 2010, Medellín, Colombia: https://revistas.upb.edu.co/index.php/cuestiones/article/viewFile/964/865
[13] Andrés Martínez Roca, Filosofía Medieval, de Al-Farabí a Ockham, pag. 13, Editorial Bonalletra Alcompas Noviembre
de 2015, Bs.As., Argentina.
[15] Eduardo Galeano, Maimónides y Averroes, Espejos, una
historia casi universal, pag. 111, Siglo XXI editores, Bs.As. Argentina, año
2008.
[16] Miguel Cruz Hernández, Averroes y Maimónides, filósofos de
al-Andalus, en El Correo, pag. 9,
publicación de UNESCO, septiembre de 1986: http://unesdoc.unesco.org/images/0007/000704/070484so.pdf
[17] Idem, cita anterior, pag. 12
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