Por Walter Barboza
Borges fue
gorila, nadie lo duda. Fue un antiperonista contumaz. Y fue uno de los grandes
escritores argentinos que almorzĂł con el dictador Jorge Rafael Videla en mayo
de 1976. Pero fue un erudito que quizás se haya arrepentido a tiempo, al revisar
algunas de sus posiciones polĂticas a comienzos de la dĂ©cada del 80.
Su derrotero se
inicia, tal vez, con el cuento “La fiesta del Monstruo”, publicado en 1947 bajo
el seudĂłnimo de H. Bustos Domecq y escrito en complicidad con Adolfo Bioy
Casares.
El cuento, para
sintetizar la historia, narra en primera persona los detalles de una jornada en
la que un militante peronista le cuenta a su compañera (Nelly), las
alternativas de una marcha a la Plaza de Mayo en la que van a escuchar
el discurso del “Monstruo” (Perón). Una jornada en la que, camino a la plaza,
tuvo como parte del anecdotario el asesinato de un judĂo que pasaba casualmente
por allĂ. El cuento es de una brutalidad atroz y construye, desde la mirada de
la clase media alta (cuando no de la oligarquĂa), el significado que tuvo para
ese sector social el surgimiento del peronismo.
Después vino el
almuerzo con Videla. Borges, Sábato, el padre Leonardo Catellani y Horacio
Esteban Ratti, por entonces Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores
(SADE), participaron de un encuentro como representantes de las letras
argentinas. De los cuatro solo Castellani y Ratti hicieron pedidos
particulares: Castellani por Haroldo Conti, escritor desaparecido dĂas antes
del almuerzo, y Ratti por Conti, Alberto Costa, Roberto Santoro, Antonio Di
Benedetto y otros doce escritores, periodistas e intelectuales que habĂan
corrido la misma suerte.
En el libro
“Disposición final”, de Ceferino Reato, Videla recuerda que en la antesala del
almuerzo, Borges lo saludó del siguiente modo: “¡Ave, César, vencedor de los
peronistas!”. Si los dichos del dictador son ciertos, ello no hace más que
confirmar el antiperonismo visceral de Borges. Ninguno de los dos vive para
confirmar la especie, pero no serĂa extraño que Borges, creyera que la
salvaciĂłn de la naciĂłn habĂa llegado bajo la espada de Videla.
El extinto
escritor Juan Gelman, decĂa en un artĂculo publicado en “Página 12” el 28 de octubre de 1993:
“Es conocido el despiste y aun horror de las opiniones polĂticas de Borges.
Elogió a Videla, después del memorable almuerzo, se dejó condecorar por
Pinochet, opinó en la España posfranquista que todo era mejor con Franco,
decidiĂł que a James Carter habĂa que propinarle un golpe de estado”.
Pero recuerda
otra genialidad que la asocia al valor que otros no tuvieron en ese momento:
“En 1981, en plena dictadura militar y antes de la guerra de Malvinas, firmó la
solicitada que las Madres de Plaza de Mayo lograron publicar en La Prensa en
reclamo de sus hijos desaparecidos”.
Borges,
reconociendo sus errores, dirá en una entrevista de época: “Al ser ciego y no
leer los diarios yo era muy ignorante. Pero la gente viene a mi casa a contarme
historias sobre la desapariciĂłn de sus hijas, esposos, hijos. Pero ahora estoy
bien enterado… Pero ahora claro que sé sobre todas esas miserias y esos
crĂmenes, uno detrás de otro.”
Cuando Cortázar
muriĂł en 1984, Borges fue el Ăşnico que en “ClarĂn” se declarĂł honrado en haber
publicado el primer texto de Cortazar (Casa Tomada). Los demás, entre ellos
Sábato, se dedicaron a criticar las posiciones polĂticas de izquierda del autor
de Rayuela.
Borges fue
antiperonista, almorzĂł con Videla y pidiĂł luego por los desaparecidos. Pero fue
fundamentalmente un escritor genial, incluso destacado por Juan Gelman,
peronista y militante montonero, a quien la dictadura secuestrĂł, asesinĂł y
despareciĂł a su nuera e hijo.
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