El
debate en torno a la reconstrucciĂłn de los hechos del pasado, durante los Ăşltimas
décadas del siglo XX, y en estos primeros años del siglo XXI, ha sido motivo de
nuevas discusiones y controversias que han girado alrededor de las estrategias que
se implementan para acceder al mismo o bien respecto de las formas de contar y
narrar esos hechos.
En
ese contexto es que las controversias en el seno de la FilosofĂa de la
Historia, han recibido el aporte y la mirada renovadora de una corriente
denominada en términos generales narrativismo,
y que ha tenido como a uno de sus exponentes más visibles al filósofo e
historiador norteamericano Hayden White.
White,
a quien se lo distingue por su “imposicionalismo
radical”, plantea desde esta perspectiva que si bien las narrativas
histĂłricas se proponen contar la verdad acerca de los hechos del pasado, esa
forma de contar esas historias implica la imposiciĂłn de una estructura
narrativa que termina por distorsionar los hechos que se pretende contar[1].
White
argumenta que es imposible discernir entre los relatos histĂłricos y la ficciĂłn,
del mismo modo que entiende como una dificultad académica hallar el origen de
la relaciĂłn entre historiografĂa y formas de narrar los hechos del pasado[2]. Lo que no le impedirá
avanzar sobre una definición respecto de su propuesta filosófica: “la obra
histórica es una estructura verbal en forma de discurso en prosa narrativa”[3]. Definición que será
sostenida a partir del siguiente argumento: se trata de una combinaciĂłn de
datos, de elementos teĂłricos que dan una explicaciĂłn de esos datos, que luego
son presentados en forma narrativa como si efectivamente hubieran ocurrido del
modo en que un relato narra los acontecimientos de la historia pasada. Ello es
posible porque existe una estructura profunda, bajo una forma poética y
lingĂĽĂstica, que funciona como paradigma de lo que debe ser un relato histĂłrico.
Ese paradigma o elemento “metahĂstorico”, de carácter pre-crĂtico, es aceptado
como tal por los historiadores tanto para la interpretaciĂłn, como para la
producción historiográfica[4].
Ahora
bien, el hecho de que ese elemento “metahistórico” sea subyacente en relación a
la producción historiográfica, no implica para White la imposibilidad de
detectarlo fácilmente en el texto histórico. En su análisis formal
estructuralista, White describirá tres estrategias por medio de las cuales los historiadores
llegan a constituir un efecto explicativo: la argumentaciĂłn formal, la explicaciĂłn
por la trama y la explicaciĂłn por implicaciĂłn ideolĂłgica. A su vez, para dar
cuenta de las formas de explicaciĂłn, cada una de estas estrategias traen
aparejadas distintos modos de articulaciĂłn: a la argumentaciĂłn formal le
corresponden los modos formismo, organicismo, mecanicismo, contextualismo; a la
explicaciĂłn por la trama las formas narrativas de la novela, la comedia, la
tragedia y la sátira; a la explicación por implicación ideológica las
perspectivas anarquista, conservadora, liberal y radical. Al mismo tiempo, y
como un ejercicio de prefiguraciĂłn
del campo histĂłrico en el cual se va a aplicar determinada estructura
narrativa, el historiador utiliza una serie de tropos (la sustituciĂłn de una expresiĂłn por otra) o formas
lingĂĽĂsticas que será Ăştiles para la construcciĂłn de la narrativa histĂłrica. A
saber: la metáfora, la metonimia, la sinĂ©cdoque y la ironĂa[5].
Cada
uno de estos elementos, con un desarrollo teĂłrico propio en la obra de White,
son la base fundante de un protocolo lingĂĽĂstico que prefigura el campo
histĂłrico sobre el cual se aplican las interpretaciones. Y son los elementos que
le permitirán a White sostener que “el pensamiento permanece cautivo del modo
lingĂĽĂstico” a la hora de intentar captar los objetos del mundo
extralingĂĽĂstico y que la elecciĂłn de una u otra estrategia “es una elecciĂłn
moral o estética antes que epistemológica”[6]. Es precisamente la
aplicaciĂłn de este conjunto de elementos de base formal, estructural y
narrativa lo que justifica en White su imposicionalismo radical a la hora de
sostener el acceso a los hechos que se cuentan de forma distorsionada.
[1] “Narrar el pasado parte a” en
FilosofĂa de la Historia, Apunte de Cátedra de FilosofĂa de la Historia,
Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), pag. 4, año 2017.
[2] ĂŤdem, pag. 6.
[3] Hayden White, “Metahistoria, la
imaginación histórica en la Europa del siglo siglo XIX”, Prefacio, pag. 1,
Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1992.
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