Por Walter Barboza
“Merecen
ganar, porque ellos tienen cojones y nosotros somos estúpidos”,
fue la frase más autocrítica que en las últimas horas un macrista
confesó al columnista del diario LA NACION, Fernández Díaz, quien
hoy arriesga que el secreto del Frente para la Victoria acaso resida
en el disciplinamiento y la univocidad de su funcionamiento como
fuerza política. Lo que comúnmente se llama encuadramiento y cierre
de filas en pos de un proyecto político.
Pongamos
por un momento que la refinada pluma de Fernández Díaz tiene
algunos aciertos, pero dejemos abierta la posibilidad de arriesgar
algunas interpretaciones que no son menores: Macri había dicho
tiempo atrás que el acuerdo político con la coalición de fuerzas
que lo acompañan de ningún modo contemplaba a los “radicales”
para gobernar. Nunca compendió, que lo que estaba en juego era la
reconstrucción de una fuerza política y no la mera adhesión de los
militantes de un partido centenario (UCR) a su mezquina visión
presidencial. Algo de eso le cobraron a Macri los miembros de ECO,
que después de la primera vuelta en ningún momento vieron la
posibilidad de bajar de la carrera a Lousteau.
Pero
su tozudez, o necedad, casi lo conducen al abismo. En su historial
cuentan: el ofrecimiento de Lousteau para participar de las primarias
en un frente común. Macri dijo no. A comienzos de año la dirigencia
del radicalismo de la Capital le aconsejó unificar elecciones en la
CABA con las nacionales, para que fuera el candidato de toda la
coalición y no verse entonces perjudicado en la disputa por la
sucesión de la jefatura porteña. Pero Macri no aceptó. En lo
único, quizás, en que no se equivocó fue en la elección de
Larreta como su sucesor. Pero eso tuvo un costo altísimo: sus
aliados, muchos de ellos preferían a Michetti, presentaron batalla
en segunda vuelta, poniendo en riesgo su imagen a partir de un
triunfo ajustado que impide el recuento triunfalista que Macri
imaginaba para relanzar su candidatura. Esperaba diez puntos de
diferencia entre Larreta y Lousteau, pero ese margen fue un exiguo
tres puntos.
Aunque
con votos prestados, en ECO anoche se restregaban las manos a
sabiendas de que aquí en adelante si Macri no acepta dar un
protagonismo más trascendente a la sociedad del PRO con la UCR y la
Coalición Cívica, el futuro puede ser incierto.
Sileno
quien era el tutor de Dionisio, era un viejo feo y borracho. De él
se decía que era muy sabio y que tenía la facultad de predecir el
futuro. Un día, tras emborracharlo un grupo de sirvientes del Rey
Midas lo secuestró y lo llevó ante él. Midas le preguntó
entonces: “¿Qué es lo mejor para los humanos?”. Sileno guardó
silencio y ante la insistencia de Midas le contestó riendo: “Estirpe
miserable de un día, hijos del azar y la fatiga: ¿por qué me
fuerzas a decir lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor
de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser,
ser nada”.
Desde
la perspectiva de la tragedia griega, “conocer” significa acceder
a la verdad de Sileno. Algo de ese trago amargo, está probando Macri
por estas horas. Sólo que un Sileno, llamado Durán Barba, se niega
a decírselo, porque como le ocurrió a Midas sería inconveniente
para Macri.
Para
el aspirante a presidente, la suerte está echada.
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