Gonzalo
dice que “la resistencia fue una sola”, que no hubo varias o
distintas, que fue una continuidad en el tiempo. Que fue la misma “en
los cincuenta, en los sesenta y en los setenta”, bajo la acción de
generaciones distintas. Que fue la clase trabajadora,
fundamentalmente peronista, la que resistió por medio de distintos
métodos a todas las expresiones del autoritarismo que golpearon al
país de 1955 a 1976.
Así
empiezan los poco más de cincuenta minutos en los que Gonzalo Chaves
presenta los contenidos centrales de su último libro, “Rebelde
acontecer. Relatos de la resistencia peronista”, que este año ha
publicado a través de la editorial Colihue. El encuentro se
desarrolla en la Casa de Cultura y Peña La Salamanca, un espacio que
se ha convertido en el escenario de profundos debates políticos,
culturales y sociales. Acompañan a Gonzalo el Juez Luis Arias,
magistrado en lo contencioso administrativo que en los últimos años
con sus resoluciones ha atendido el reclamo de los sectores más
necesitados, y Juan Scatolini un ex militante peronista, especialista
en DD.HH. y políticas carcelarias, que fuera secuestrado por la
Dictadura Militar en el año 1977 y cuyo testimonio ha sido
fundamental para avanzar en el esclarecimiento de la verdad de
aquellos años.
Presentación del libro de Chaves en Peña La Salamanca. |
El
libro de Gonzalo no es un libro más sobre la historia de la
resistencia peronista, es un trabajo con cierto sesgo
autorreferencial en el que cuenta detalles del significado más vital
que tuvo la tarea llevada a cabo por los militantes populares a lo
largo de esos años.
El
camino se inicia con la caída de Perón y llega hasta su experiencia
en Montoneros, su pase a la clandestinidad (Gonzalo era miembro de la
Conducción Nacional de la Juventud Trabajadora Peronista -JTP-,
brazo gremial de Montoneros), el golpe de estado, su exilio en
Europa, su vuelta clandestina al país por el sur de Chile, su
estadía en Berazategui primero y en Lanús después. La vuelta a la
democracia y una gran paradoja: su exilio en democracia. Primero
Brasil, luego Uruguay. Porque a Gonzalo no sólo lo persiguieron los
comandos militares, sino la justicia argentina en plena democracia.
Lo
estigmatizaron con una causa por “asociación ilícita”, dice.
“Por haber organizado la resistencia contra la dictadura”, se
ríe. Claro una trampa del lenguaje: resistir organizadamente, es
“asociarse” ilegalmente”. “Tendríamos que haber resistido a
la dictadura desorganizadamente”, reflexiona con una alta dosis de
humor.
Parece mentira la tranquilidad, y la cadencia, con la que habla,
mientras repasa en su memoria la lista de nombres y fechas que
recuerda. Sobre todo si se tiene en cuenta que a su padre, Horacio
Chaves, lo encarceló la Revolución Libertadora, por haber
participado del levantamiento del General Valle, para luego ser
asesinado, junto a su hermano Rolando, por las balas infames de la
Triple A en 1974.
Alguna vez este cronista lo escuchó por casualidad en una entrevista
radial. El periodista le preguntó sobre sus orígenes peronistas y
Gonzalo le contestó: “Yo soy peronista por mandato familiar.
Cuando mi padre estuvo preso por el levantamiento de 1956 yo iba a
verlo a la cárcel y el me decía: andá a verlo a fulano, llevale
este mensaje a mengano, tenés que visitar a perengano”.
Los
años de exilio fueron duros en dos sentidos, señala: “Cuando la
democracia fue recuperada, a mí me costaba decir que había sido
Montonero. No era fácil, nos había marcado tan fuerte lo que decían
de nosotros. Estuve muchos años sin poder decir que había militado
en Montoneros”. Y a eso se le agregó un nuevo exilio: “Me tuve
que ir porque me inventaron una causa por asociación ilícita. Ese
exilio la pase muy mal. Primero estuve en Brasil y después en
Uruguay. Estaba solo. Mi familia se había quedado en La Plata. Tuve
una crisis de asma, la pesé muy mal”.
El
anecdotario va y viene. De a ratos tira definiciones pocas veces
escuchadas. Habla de un “peronismo silvestre”, nacido al calor
del derrocamiento de Perón y sin organicidad. “Cuando alguien en
la primera etapa de la resistencia se acercaba, si uno le preguntaba
dónde militaba, el tipo respondía: en ningún lado, yo soy
peronista nomás”. El “peronismo gregario”, así lo llamaba
Perón, señala.
Pero
hay una suerte de gran síntesis que Gonzalo utiliza para cerrar su
ideario, es una idea en la que la evaluación de las victorias y las
derrotas se mixturan. A veces los triunfos pueden servir para nada,
otras veces las derrotas pueden resultar verdaderos triunfos o al
menos permitir a la sociedad avanzar hacia ellos. Será por eso que
Gonzalo señala, en una parte central de su exposición, que siempre
“lo importante es resistir”.
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