Palabras más, palabras menos, es el
punto de inflexión en el que los humanos pasan de temer una catástrofe a
convertirse en una catástrofe en si misma. Es el tiempo en el que la
intervención del hombre en el planeta, acelera los ciclos naturales de la vida
geológica para conducirlo hacia un destino fatal.
Estamos en ese tiempo, un tiempo en
el que no advertimos la gravedad del asunto, mientras el capitalismo hace de sí
una “religión cultual” en la vida diaria (Bauman, 2003) sostenida a través del
consumo extremo y de la economía del despilfarro.
“Antropoceno” nos plantea la
necesidad de construir nuevas definiciones que nos permitan repensar la cuestión
de la especia humana, el viviente que habla, en el marco del respeto de
aquellas otras especies que pueblan el mundo pero que son incapaces de poder
modificar el cuadro de situación.
La paradoja del desarrollo
capitalista, desplegado a lo largo de su historia por una modernidad tan
vanidosa como necia, es que ha conducido al sistema mundo por un camino sin
encrucijadas. El ciclo se cierra toda vez que el hombre moderno, incluso las
alternativas políticas opuestas, nacidas también al calor de la modernidad,
intenta detener la marcha de una dirección que parece no tener retorno. Porque
¿Cómo pensar en un mundo más justo y solidario, si ello implica una
distribución más equitativa de la riqueza? ¿Cómo pensar en distribuir la
riqueza si la misma es generada a través de un sistema que depreda la vida?
¿Cómo resolver los grandes problemas que acucian a la humanidad, con el propio
dispositivo generador del problema? ¿Cómo podemos anunciar la buena nueva de
que el mundo del consumo, al cual parecen arribar tardíamente millones de
habitantes del mundo, no es posible porque las clases dominantes han agotado el
planeta en los últimos cien años?
“Don`t look up”
En ese marco, la película “Don`t look
up” (No miren arriba), dirigida por Adam McKay, nos plantea un mundo en el que la
instancia final de su existencia niega lo autoevidente y las advertencias de
una ciencia a la cual ya nadie parece prestar demasiada atención. En el
largometraje los intereses de un capitalismo voraz obturan la posibilidad de cualquier
reflexión crítica, además de plantear la posibilidad de hacer cuantiosos
negocios con los minerales que un asteroide, que se dirige a colisionar con el
planeta tierra, podría generar para el futuro desarrollo de las nuevas
tecnologías.
Los científicos que descubren el
recorrido del asteroide, semejante al que se estrelló contra la tierra en lo
que hoy es el golfo de México, podría devastar al planeta y terminar con el
conjunto de las especies de la tierra. Pero todos parecen hacer caso omiso a
las advertencias de los investigadores. Medios de información, redes sociales,
agitación callejera, debates públicos, actos políticos de posiciones
encontradas, son parte de las acciones que se ponen en juego a favor y en
contra.
El film nos da un buen ejemplo del
momento en que se encuentra la sociedad, al tiempo que construye una metáfora
clara de las implicancias que ha tenido en los años 2020 y 2021 la pandemia de
Covid-19
Modernidad y fin de la especie
¿Es que la modernidad, en su tránsito
hacia una nueva forma, ha llegado a un punto final en el que la vida misma como
especie se encuentra dramáticamente en peligro? ¿Y si es así cuáles son las
categorías y nociones que deberíamos construir para operar sobre esa realidad
que se nos vuelve amenazante? El «antropoceno» y «Gaia» aparecen a la luz como
una propuesta superadora de las visiones ecologistas que denunciaban la
necesidad de resolver la contradicción fundamental en el seno del capitalismo
extractivista (Danowski, D. y Castro, E. 2019). En principio porque permite
comprender claramente el proceso de aceleración de los tiempos de la vida
social, respecto de los cambios ambientales (geológicos o de la biodiversidad)
y luego porque la naturaleza parece haberse rebelado ante tanto ataque artero
de manera tal que ahora parece iniciar un ciclo en el que da respuestas que
amenazan la vida misma del conjunto de las especies.
El hombre, que no se reconoce como una forma de vida más entre las especies que pueblan el mundo, ha infringido al planeta un daño atroz de tal magnitud que incluso ha acelerado notablemente los tiempos de la historia geológica de la tierra. Se trata de un daño mayor, provocado en un tiempo menor a los cambios que la propia naturaleza ha experimentado en estos últimos 15 mil años.
El viviente que habla, desde que
comenzó a violentar la naturaleza a través del signo lingüístico, hace unos 40
mil años, ha hecho de sí la figura central en la historia de la especie
convirtiendo a la naturaleza en el objeto a dominar, controlar, medir y
calcular. Ha construido dispositivos y artefactos lingüísticos lo
suficientemente sofisticados para dar cuenta de los procesos de vida y muerte (Agamben
2005); instrumentos jurídicos, políticos y sociales que confirmar su voluntad
de poder para organizar racionalmente el mundo que habita. Y quizás la idea más
acabada de ese largo proceso que lo sitúa, como en «La Guerra del fuego»
(Annaud 2018), en el preciso momento en el que el hombre intenta articular las
primeras expresiones de un lenguaje, sea la noción de modernidad; tal vez su
creación más apreciada por el impacto, la perduración y la imposibilidad de su
desuso frente a la sensación de vacío e inestabilidad que provoca el solo
pensar en su ausencia.
Y sin embargo esa idea no resiste
ante la evidencia empírica de que la modernidad ha fracasado en su meta del
progreso indefinido y la construcción de sociedades más equitativas. Por el
contrario, en términos de la experiencia frente a la idea de historia y de
temporalidad, ha logrado construir una sensación de vacío y de un sin sentido
que ha colocado a buena parte de la sociedad frente a la idea rutinaria de que
todos los días son iguales y de que nada diferente va a ocurrir.
Como en «El día de la marmota» (Ramis
1993), quizás los Silenos que se hayan tirados allí en el suelo de cualquier
rincón del planeta, solo descansan a la espera de despertarse para comprobar
que los días van a repetirse uno tras otros sin que nada novedoso ocurra. Días
sin rupturas y discontinuidades; días en los que todo se vuelve previsible y
repetitivo.
El tiempo que resta
Pablo de Tarso, o el Apóstol San
Pablo, había comprendido mucho antes del imperio de la modernidad, que había que
provocar esa ruptura que tanto anhelamos para confirmar que los días no son
iguales y que algo de esa rutina agobiante puede cambiar -incluso en la tarea
docente que llevamos a cabo todos los días-. La llamó el «tiempo ahora» (Dussel
2012), es idea de que algo irrumpe en la escena para poner fin a un período
signado por una temporalidad que se considera inmodificable y en el que es
necesario pensar una nueva ley que esté por arriba de las leyes vigentes para
subsumirlas en todas sus dimensiones. Una temporalidad que Pablo cree que se
modifica a partir de la recuperación del pasado y cuya función esencial es la
de reparar el presente y redimir a los desamparados.
Algo de esa preocupación persiste en
el pensamiento de Hobsbawm (1998), cuando señala que uno de los rasgos
característicos del fin del siglo XX es que las generaciones contemporáneas no
consideran una relación orgánica entre pasado y presente. Lo riesgoso de una
matriz cultural de este tipo es que abre la posibilidad de que las experiencias
más atroces sean aceptadas como siendo naturalizadas y que se repitan sin que
nadie siquiera se inmute. Transformar ese tipo de experiencia culturar es
nuestra tarea docente. El tiempo es ahora, quizás mañana sea demasiado
tarde.
Citas
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Bauman
Zygmunt (2003). Modernidad Líquida.
México D.F.. México. Fondo de Cultura Económica.
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Castro,
V. & Danowski, D. (2014). Diálogos
del fin del mundo. Diario El País. Recuperado de: < https://elpais.com/internacional/2014/10/01/actualidad/1412193739_781432.html>
·
Danowski
Deborah y Castro Viveiros Eduardo ( 2019), ¿Hay un mundo por venir? Ensayo
sobre los miedos y los fines, Buenos Aires, Argentina: Caja Negra Editora.
·
Agamben
Giorgio (2006), Profanaciones, Buenos Aires, Argentina: Editorial Anagrama.
·
Hobsbawm
Erick (1998), Historia del siglo XX, Buenos Aires, Argentina: Crítica Grijalbo
Mondadori Buenos Aires.
·
Dussel
Enrique (2012), Pablo de Tarso en la filosofía política actual, México:
Ediciones San pablo.
·
Annaud
Jean Jacques (1981), La guerra del fuego, Canada-Francia.
·
Ramis
Harold (1993), El día de la marmota, Estados Unidos.
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